Amor romántico feminismo
- Psicólogos Ixtal
- 16 jul 2020
- 4 Min. de lectura

Cuando realizamos algunos talleres sobre temáticas que nos atraviesan de forma “romántica-afectiva” solemos pensar en la pregunta que encabeza este escrito, pero aún más en específico en aquella que busca hacernos reflexionar cómo es que aprendemos amar tanto hombres como mujeres, de dónde lo aprendimos, quién o quienes nos lo dijeron.
¿Alguna vez te has puesto a pensar en esto? o quizás ya estando en una relación ¿has notado que la forma de amar de tu pareja (o parejas) o incluso la tuya beneficia más a alguna parte? Bueno, antes de abordar algunos ejes de estas interrogantes es preciso señalar que no amamos de la misma forma hombres y mujeres, y es que el amor no es algo natural ni universal que anda “volando” allá afuera esperando a que lo atrapemos, como el capitalismo y el patriarcado nos lo enseño. El amor es una construcción, su esencia es cultural, social y política. El amor se ha transformado a lo largo del tiempo y para muestra de ello, te explicaremos de forma muy breve la trayectoria de este concepto.
¿Qué es eso de amor romántico?
El amor ha sido ligado históricamente a las relaciones de pareja (que curioso porque muchas veces decimos amar a nuestra familia y amigos, pero claro de ese “tipo de amor” casi no se habla), y no a cualquier relación de pareja, sino aquella que concluía en matrimonio y entraba en los parámetros de la heterosexualidad. Cabe señalar que anteriormente, la mayor parte de los matrimonios se realizaban por contrato económico, y no por atracción sexual o afectiva.
Esto se debía a que no existían muchos espacios para expresar la intimidad, incluso en grupos campesinos, las muestras de afectos (besos, caricias y demás) estaban prohibidas. Sin embargo, en los varones si estaba permitido practicar la infidelidad, que curioso ¿no? Esto nos va dando señales de las desigualdades que se fueron construyendo en estos temas, y antes de que algunos se sientan “ofendidos”, claramente no fueron papeles que se adoptaron de forma consciente (al menos no en todos los casos), nuevamente reiteramos el papel de lo social, ya que estas desigualdades no solamente operaron y siguen operando en relación al sexo y género, sino también se ven reflejadas en las clases sociales, por ejemplo en esos tiempos para los grupos aristócratas el placer estaba permitido.
Hasta ahora podemos decir que la sociedad no había conocido ni gozado aquello que llamamos amor, porque este se va construyendo con los ideales amorosos relacionados a los valores morales del cristianismo a finales del siglo XVIII. Pero antes de que se instaurara el amor romántico con mayor fuerza, se comenzó a gestar lo que Giddens (1995) llama amor pasional, el cual implicaba una conexión entre amor y atracción sexual.
La diferencia entre ambos conceptos es que el amor romántico introduce un elemento novelesco, (incluso uno de los significados de romance es novela). En este tipo de amor, los afectos y los lazos tienden a sobresalir respecto a la pasión. Pero vámonos con calma, porque estos afectos y lazos tampoco fueron equilibrados para ambos sexos, desafortunadamente con la división de la esfera pública y privada de la vida, el amor romántico se “femenizo”.
Los hombres enfrentaron al amor romántico delegando la atracción sexual a lo externo (fuera de la relación o matrimonio) y los “afectos” a la pareja que “consolidaron” en matrimonio. Mientras que las mujeres debían vivir el amor solamente en la esfera privada, el tema de ejercer actos sexuales fuera del matrimonio, como ya revisamos para este sexo era negado (pero de forma histórica se han encontrado aventuras extra maritales en mujeres, sin embargo eran castigadas de forma brutal).
Una vez señalado lo anterior ¿qué repercusiones ha tenido esta forma de amar en la actualidad? Claramente encontramos modificaciones en los conceptos de amor romántico, sexualidad, afectos y modalidades de pareja, pero ¿realmente nos hemos desprendido de estos discursos históricos? ¿Qué tanto las mujeres hemos dejado de idealizar al otro(a) que se perfila como nuestra pareja? Porque al parecer esta trayectoria histórica en nosotras nos hizo forjar más lazos de intimidad que los varones.
Los hombres no viven de la misma forma el amor romántico, pese a que en años recientes el concepto de masculinidad se ha ido cuestionando, sus efectos han sido visibilizados. Y no es que los hombres no se enamoren, claro que se enamoran, sin embargo para ellos el amor romántico no implica organizar su tiempo futuro (construir su proyecto de vida a través de la pareja), para ellos el amor parece que no es un ingrediente esencial para su identidad, recordemos esta trayectoria histórica en dónde aprendieron a separar la sexualidad y el amor, y bueno no es que las mujeres no ejerzan actualmente con mayor libertad su sexualidad, pero en muchos casos sigue representando el inicio de concebir una relación, una relación en donde su identidad entra en juego.
Queremos concluir el presente escrito con los siguientes pensamientos:
“Estoy segura de que tener una relación amorosa con una misma es algo positivo y nos permite relacionarnos mejor, pero creo que quererse a una misma no está desligado de los momentos que atraviesa nuestra vida o del contexto que habitamos.
Contexto que, por cierto, no es indiferente, ya que históricamente las mujeres hemos tenido prohibido el acceso a nuestro amor propio…nuestra idea de autoestima tampoco es neutral, por un lado, es claramente androcéntrica, y por otro se sustenta en el mandato neoliberal de tener que estar siempre bien, de no mostrar nuestra vulnerabilidad o tristeza” (Perel, s.f.)
“Se nos ha hecho pensar que el sentirse libre tiene que ver exclusivamente con una misma, con hacer lo que quieres y cumplir tus deseos. Como si la libertad no tuviera que ver con la interacción sino que fuera una propiedad privada.
O como si todo el mundo entendiéramos la libertad de la misma forma o quisiéramos ser libres de la misma manera. Hasta nos olvidamos del pequeño detalle de que hombres y mujeres no tenemos la misma legitimidad social para ejercer esta libertad individualista” (Latorre, 2018)
Por último, recuerda dudar…dudar de quién eres, de lo que se te enseño, independientemente de tu sexo y orientación sexual. Duda, de las formas en las que amas y eres amado(a), duda de tu libertad porque esta supuesta libertad podría estar dañando a otres, duda de tu identidad, porque quizás necesita ser reescrita.
Material consultado:
Latorre, L. (2018) ¿Se puede pensar el amor? Recuperado de: https://www.pikaramagazine.com/2018/02/se-puede-pensar-el-amor/
Giddens, A. (1995) La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas. CÁTEDRA: Madrid.
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