Cartas a mujeres - Reflexionando 8M
- Psicólogos Ixtal
- 8 mar 2021
- 4 Min. de lectura

En el marco del Día Internacional de la Mujer #8M consideramos valioso (re)pensarnos como mujeres, cuestionarnos ¿Quiénes somos? y ¿Cómo construimos esa o esas identidades?
Al igual que otras autoras consideramos que la escritura es una herramienta de análisis y empoderamiento para nuestra autonomía. A partir de ésta logramos tener un autoconocimiento y construir nuevos discursos que sean más liberadores y flexibles.
Nosotras, escribimos acerca de nuestra experiencia siendo mujeres que se dedican a la psicoterapia y acompañan a otras. A continuación te compartimos nuestra reflexión, y te invitamos a que juntas repensemos ¿Quién soy como mujer?.
Beatriz:
Soy mujer, hija, hermana, amiga, pareja, sobrina, compañera, y entre mis roles laborales soy psicoterapeuta.
Ser psicoterapeuta que acompaña a otras mujeres, me ha aportado mucho, más allá de lo profesional , ha influido en que pueda ser sensible a muchos contextos, reconocer que hay muchas historias que duelen, que conmueven, llenas de tristeza, injusticia, indignación y enojo, principalmente cuando en las sesiones se abordan temas de violencia porque claro no por ser psicóloga mis emociones se quedan afuera del consultorio. También ha influido en que me cuestione las enseñanzas que como mujeres escuchamos, aprendemos e interiorizamos que en muchas ocasiones nos llevan a lugares de vulnerabilidad o aguantar por lo que se espera de nosotras. No obstante, acompañarlas también me ha permitido aprender de las múltiples resistencias y actos que las mujeres realizan para hacer frente a eso que les lleva a terapia.
He atestiguado la sabiduría que mujeres han desarrollado para atravesar caminos de dolor o bien, caminos que no son tan gratos de transitar, lo cual puede implicar enfrentar los estragos de vivir en una sociedad machista donde a veces las redes de apoyo no existen. También he visto la forma en cómo honran los pasos que les permiten avanzar y desarrollar la vida que quieren para si mismas. Acompañar esos procesos no sólo me genera las primeras sensaciones que en las primeras líneas describí, sino que también me he llenado de esperanza, parecida a la sensación cuando llega la primavera y los árboles de jacarandas empiezan a retoñar y florecer, y llenan con todo su color el espacio donde se encuentran.
Ser testigo de como han florecido me permite también reflexionar sobre mi propio proceso, saber en qué estación está mi vida, mi corazón y mi pensamiento y eso es algo que probablemente no mencione mucho en las sesiones, pero muchas gracias a todas esas mujeres consultantes también por influir en mi. Mi esperanza para todas nosotras es que nuestras raíces nunca se marchiten y siempre puedan reverdecer ante momentos de dificultad.
Rebeca:
Soy mujer, soy hermana, soy hija, soy amiga, soy amante y soy acompañante de otras, otros y otres que deciden emprender un proceso de cambio, me dedico a la psicoterapia.
Me considero una mujer cis, mi historia familiar y mis primeras experiencias romántico-afectivas me han llevado a identificarme como mujer, claro que en esta trayectoria he desechado roles que no consideró aptos para mí, pese a que entran en el molde predeterminado del ser mujer.
El proceso de asumirme como mujer, no ha terminado, asumo que en mi convergen una multiplicidad de identidades dentro de eso que llamo ser mujer, definitivamente no soy la misma mujer cuando soy amiga que cuando soy pareja, así como tampoco lo soy cuando ejerzo la psicoterapia. Me he dado cuenta que a partir de ser psicoterapeuta que acompaña a otras mujeres, mi identidad se atesoró y se sigue (re)construyendo.
Cuando escucho a otra mujer compartirme las bondades y los dolores de su historia familiar, me remontó de forma casi natural a mi propia historia, me vuelvo consciente de mis privilegios o no privilegios, de las desigualdades que ambas compartimos y de nuestra lucha. Lo mismo pasa cuando escucho sus historias románticas y afectivas con otras y otros, comparto el miedo ante la soledad que se planta frente a nosotras cuando una relación se acaba, me identifico con sus “caídas” cuando dijimos que ya no nos iba a volver a pasar, y nos pasó.
Vuelvo entonces a remontarme a mi historia, y con respeto trato de entender ¿Por qué nos volvió a pasar? ¿Por qué seguimos conviviendo con la palabra abandono ante una ruptura? ¿Por qué aún no encontramos la receta para que la soledad no se sufra? Ante ciertos casos con éxito, logramos aproximarnos a alguna de estas respuestas, y nos atrevemos a desafiarla. Sin embargo, en otros casos no encontramos la respuesta, y aún no sabemos cómo enfrentar estas dolencias.
Mi mayor anhelo como mujer que se dedica a la psicoterapia y trabaja con otras mujeres, es poder seguir siendo acompañante de estas mujeres, aunque eso implique también ser testigo de su vulnerabilidad y muchas veces estremecerme ante su dolor, porque mujer, no importa quién seas, hay experiencias que nos atraviesan a todas, y nos duelen. Deseo que no te culpes por sentirlo y no saberlo “reparar”, como psicoterapeuta te acompañaré en ese proceso, y avanzaremos a tu ritmo, correremos cuando estemos listas y frenaremos cuando necesitemos trazar una nueva ruta. Ambas nos plantearemos dudas y con suerte encontremos las respuestas, pero en otras ocasiones tendremos que saber convivir con la incertidumbre, y muchas veces con la vulnerabilidad.
Hermana, en este día y los que restan alza la voz. Como psicólogas seguiremos luchando y defendiendo tus derechos fuera y dentro del espacio terapéutico.
Juntas seguiremos resistiendo y (co)construyendo nuevas practicas que nos liberen de las opresiones, la violencia y la desigualdad.
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